"Recuerda que el tiempo es dinero", escribía Benjamín Franklin en 1748 en su ensayo ‘Consejos para un joven comerciante’. En los últimos 250 años, esta frase se ha convertido en algo más que un simple dicho popular. El ritmo de la vida económica ha aumentado en todos los ámbitos y la velocidad se ha convertido en una de los principales diferenciadores en una época en la que los productos y servicios se parecen cada vez más, ya que compensa o ayuda a obtener otras ventajas competitivas.
Los bancos no son una excepción, sino que, al contrario, suponen el principal ejemplo. La velocidad juega un importante papel en la actividad de estos de varios modos. La negociación de alta frecuencia (‘high-frequency trading’) en los mercados financieros es, probablemente, el caso más destacado. Ya en 2016, el Bundesbank dictaminó que casi el 50% del comercio en los segmentos de mercado más líquidos de los Estados Unidos y Europa estaba determinado por el comercio automatizado de alta frecuencia.
Pero esto es sólo un ejemplo. Las soluciones de pago modernas, en las que los pagos se procesan instantáneamente, están ganando terreno. Las transferencias en tiempo real son posibles en Europa desde 2017 y la Comisión Europea quiere que se apliquen en todo el territorio para 2021. La rapidez con que se procesa la información sobre los pagos no sólo permite a los bancos y los proveedores de servicios financieros diferenciarse de sus competidores (de hecho, las transferencias en tiempo real todavía no son algo natural), sino que también ayuda a responder mejor a los deseos de los clientes, crear nuevos puntos de contacto a lo largo del ‘customer journey’ y elaborar nuevas ofertas más personalizadas. Todo esto lleva a claras ventajas competitivas en el mercado. Como vemos, incluso el negocio más tradicional se mantiene en pie y cae cuando entra en juego la cuestión de la velocidad.
Las decisiones de crédito rápidas como valor diferencial
Esto queda claro con el ejemplo de los préstamos. En los últimos años, diferentes estudios han señalado repetidamente los largos plazos en la tramitación de solicitudes. Sin embargo, especialmente en situaciones de crisis, los solicitantes dependen de una aprobación rápida. Ni en lo que respecta a los tipos de interés, ni en lo relativo a los plazos de vencimiento, las instituciones de crédito tienen en sus manos un verdadero apalancamiento para obtener una ventaja competitiva, gracias al alto grado de transparencia y comparabilidad.
La situación es diferente cuando se trata de la velocidad. Así lo demuestran los resultados del Monitor de Financiación de Creditshelf 2020. El 76% de los encuestados declaró que el factor velocidad es más importante en tiempos de crisis que, por ejemplo, las condiciones. Una abrumadora mayoría (el 85%) señaló también que los bancos no pueden ofrecer esta velocidad requerida en tiempos de crisis. Sin embargo, hay algunos casos, aunque pocos, que muestran que las cosas pueden hacerse de manera diferente. DKB, por ejemplo, ofrecerá una decisión de crédito en línea totalmente automatizada a partir de noviembre.
Baja latencia comparable a los cortos tiempos de espera en las ventanillas de los bancos
La concesión de préstamos sigue siendo un caso relativamente sencillo. Los procesos de pago electrónicos y digitales, con el consiguiente número cada vez mayor de intentos de fraude, son el verdadero reto en un mundo en el que los clientes solicitan cada vez más servicios en tiempo real. Cualquiera que pueda acomodar mecanismos de control, algoritmos y procesos para evaluar y analizar tantos datos como sea posible en una ventana de tiempo específica y reducir la latencia, obtendrá una clara ventaja al combinar la comodidad del cliente con la seguridad. El desafío está, entonces, en el hecho de que los volúmenes de datos continuarán aumentando en los próximos años y el procesamiento será cada vez más complejo. Los bancos que, a pesar de su tamaño, no se queden atrás en velocidad y, por lo tanto, no dejen esperar a sus clientes innecesariamente, tendrán más posibilidades de salir victoriosos.
En conclusión, las instituciones deben tener en cuenta un KPI de Internet: la latencia. Según un estudio realizado por Hazelcast, el 40% de los encuestados en el sector financiero espera que la reducción de la latencia permita identificar nuevas oportunidades de ingresos y aumentar la oferta de servicios adicionales. Arijit Bandyopadhyay, CTO de Enterprise Analytics & AI en Intel Datacenter Group, quien colaboró con Hazelcast en la elaboración de esta encuesta, señaló que “la reducción de la latencia en todas las áreas será una prioridad clave para las organizaciones durante la próxima década si quieren ser capaces de comercializar los crecientes volúmenes de datos”.
A medida que los productos financieros se vuelven cada vez más digitales y la banca se convierte en un software, la latencia pasará a ser una medida clave. Los rápidos procesos en línea son comparables a los cortos tiempos de espera en las ventanillas de los bancos. Un factor decisivo en la competencia por los clientes será poder suministrar más datos a sus sistemas informáticos en menos tiempo y producir resultados más rápidos.
Esto significa que los bancos no sólo obtendrán una ventaja competitiva invirtiendo en transformación digital y en nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático. Se deben añadir estos KPIs digitales por la ayuda que suponen para que un banco pueda acelerar sus procesos y reducir los tiempos de espera de sus clientes.
Traducción y adaptación por Ernesto Marti Wetzel